11 septiembre, 2020

Embotellando y carbonatando cerveza





Ya han pasado algunas semanas desde que cocinamos y hemos visto nuestra creación cambiar de mosto a cerveza en el fermentador, pero falta un paso crítico: el embotellado.

También hemos calculado el nivel de carbonatación residual que tiene esta cerveza y cómo determinar la cantidad de azúcar que debemos agregar para llegar a la carbonatación que estamos buscando. Ahora tenemos todo para comenzar el proceso de embotellado.

¡Desinfección, desinfección, desinfección!

No hay lugar más crítico para la cerveza que aquí. Si no cuidamos nuestros procesos de desinfección al momento de embotellar, el lote entero o, con un poco de suerte, algunas botellas, saldrán contaminadas. 

Cabe mencionar que la contaminación no hace que la cerveza sea dañina para el consumidor, pero sí puede impartir sabores y aromas desagradables, algunas veces ácidos, algunas veces avinagrados, pero definitivamente nos vamos a dar cuenta que son sabores que no pertenecen.

Por este motivo debemos ya tener una clara idea de cómo y con qué desinfectar todos los utensilios que vamos a utilizar en este procedimiento. Ya sea Star San o una opción localmente disponible, debemos seguir las instrucciones para asegurarnos de cumplir a cabalidad con las concentraciones y el tiempo de contacto.

Equipo

Siempre es útil realizar una lista del equipo necesario para embotellar nuestra cerveza. En este caso debemos comenzar por la parte más obvia: las botellas.

Debemos asegurarnos que vamos a tener suficientes botellas para realizar el embotellado de una sola vez, para minimizar el riesgo de oxidar la cerveza por el contacto con el aire.

Una botella típica de cerveza tiene una capacidad de 355 ml pero podemos conseguir también de 500 ml con relativa facilidad. Para un lote de 20 litros de cerveza, usualmente solo podemos sacar unos 18 o 19 litros hacia las botellas, por lo que debemos prepararnos con por lo menos 55 botellas de 355 ml o 40 de 500 ml.
En este caso específico, calculamos un volumen de 12 litros de cerveza por lo que esperamos entre 36 a 40 botellas. Por esta razón nos preparamos con 45 botellas para estar seguros de no quedarnos cortos.

Las botellas deben estar impecablemente limpias, no deben tener ningún residuo y deben haber sido lavadas de preferencia con jabón y enjuagadas extensivamente con agua caliente. Si dejamos residuos de jabón en las botellas nuestra cerveza va a tener sabor a jabón y sería una lástima llegar tan lejos para fallar en el último paso.

Ahora podemos trabajar en la lista de cosas que debemos tener preparadas para este día:
  • Botellas en suficiente cantidad y perfectamente limpias.
  • Tapitas o corcholatas nuevas
  • Taponadora
  • Cubeta o recipiente de suficiente capacidad grado alimenticio con algún tipo de válvula
  • Desinfectante grado alimenticio
  • Olla o recipiente pequeño para hervir agua
  • Azúcar o dextrosa
La cubeta de embotellado nos va a evitar mezclar el azúcar dentro del fermentador y vamos a evitar levantar todo el sedimento, dando como resultado una cerveza más limpia en la botella. Es algo que mejora considerablemente la calidad de la cerveza y no es un equipo complicado ni caro de conseguir, por lo que lo recomiendo para comenzar.

Preparando el azúcar

Habiendo determinado el tipo de azúcar que vamos a utilizar y las cantidades, vamos a comenzar por esterilizarla, pues si solamente la agregamos así a la cerveza corremos un alto riesgo de contaminación y que no se mezcle lo suficientemente bien.

Para esto debemos utilizar una olla pequeña donde debemos hervir una cantidad pequeña de agua, lo suficiente para disolver nuestra azúcar.

En este ejemplo específico, vamos a utilizar los datos de la entrada sobre cálculos de carbonatación en botella.

En nuestro caso, debemos agregar 70 gramos de dextrosa, pues estamos buscando una cerveza con carbonatación de ligera a baja de 4.4 g/l.

Vamos a prepara la olla y agregar alrededor de medio vaso de agua y lo llevamos hasta el punto de ebullición. Cuando comience a hervir, apagamos el fuego, agregamos el azúcar y movemos con una cuchara hasta que se disuelva completamente. Al estar disuelta, volvemos a poner a fuego lento y dejamos hervir por 10 minutos.




Tapamos la olla con papel aluminio para asegurarnos de mantenerlo limpio y dejamos reposar hasta que llegue a temperatura ambiente. Esto tomará el suficiente tiempo para que podamos comenzar el proceso. Es importante NO agregar el azúcar hasta que se encuentre a temperatura ambiente, pues no queremos líquido hirviendo cerca de nuestra cerveza.

Ahora debemos comenzar a desinfectar.

Lo primero es hacer nuestra solución desinfectante. No vamos a entrar en detalle porque esto dependerá de lo que utilicemos pero sí podemos determinar que queremos hacer lo suficiente para que podamos desinfectar todo, desde las botellas hasta la cubeta de embotellado. Para esto recomiendo hacer lo suficiente para inundar la cubeta de embotellado.




Al terminar, recordemos también pasar desinfectante por la válvula de la cubeta para asegurarnos que absolutamente todo está desinfectado.

Cuando la cubeta está lista, comenzamos a desinfectar las botellas. En esta pequeña cubeta caben 8 botellas a la vez, por lo que se debe hacer el proceso de 8 en 8, dejando las botellas remojar por 3 a 5 minutos para asegurarnos que el desinfectante haga su trabajo en cada una de ellas. 

Al terminar con cada tanda, las escurrimos en la misma cubeta para seguir utilizando el desinfectante, las cubrimos con las tapitas previamente desinfectadas y pasamos a las siguientes 8 botellas.

Cuando todas las botellas se encuentren desinfectadas y tenga su tapa encima, podemos tirar el líquido desinfectante y llevar nuestra cubeta al lugar donde vamos a realizar la transferencia.

Ahora la cubeta ya se encuentra limpia, desinfectada y lista para recibir el azúcar y la cerveza.




Si el azúcar ya está a temperatura ambiente, la colocamos toda en el fondo de la cubeta y sobre ésta vertimos la cerveza con mucho cuidado. El objetivo aquí es intentar no salpicar mucho para evitar que la cerveza se oxide más de la cuenta.

Este método no es el ideal pues nuestra cerveza va a tener una cantidad de oxidación mayor, pero por el momento no estamos utilizando mangueras, por lo que será suficiente.

Debemos ser extremadamente cuidadosos de solamente transferir el líquido y dejar atrás todos los sólidos y el sedimento que nos sea posible.




La transferencia de la cerveza debería ser suficiente para mezclar bien el azúcar, pero siempre debemos dejar que repose de 20 a 30 minutos antes de comenzar a embotellar para asegurarnos que la mezcla ha sido lo más homogénea posible. Si esperamos más de 30 minutos exponemos la cerveza a cantidades innecesarias de oxígeno y si esperamos menos de 20 puede que la mezcla no sea lo suficientemente homogénea, por lo que este tiempo debe ser bien medido.

Llenando las botellas


Al transcurrir 20 a 30 minutos, la cerveza está lista para embotellar. 

Es recomendable que no pase mucho tiempo entre la desinfección de las botellas y el llenado para evitar que se vuelvan a contaminar. Por lo mismo, lo mejor es desinfectar las botellas mientras se espera este tiempo de 20 a 30 minutos.

El proceso de llenado es sumamente sencillo y una sola persona lo puede realizar. Solamente tomamos nuestra botella ya desinfectada (con nuestras manos igualmente desinfectadas) y acercamos la boquilla a la válvula de la cubeta, abrimos el flujo y dejamos que llene dejando un espacio de aproximadamente 2 dedos hasta la boquilla.  Debemos tener cuidado de llenar la cantidad correcta de cerveza. Si dejamos mucho espacio libre podemos perder carbonatación. 

Colocamos ahora la tapita o corcholata utilizando nuestra taponadora y pasamos a la siguiente botella.

Repetimos las veces que sea necesario hasta que la cerveza se termine. De ser necesario podemos reclinar la cubeta para aprovechar hasta la última gota.

Cuando se termine el líquido y terminemos de embotellar, podemos transportar nuestras botellas a un lugar donde la temperatura se encuentre constante, el cual puede ser el mismo lugar donde fermentamos nuestra cerveza.

Proceso de carbonatación

La levadura en la cerveza comenzará a consumir los azúcares que acabamos de agregar y a generar el gas que necesitamos. Esto sucede en el transcurso de varios días dependiendo de las condiciones del ambiente y de la levadura.

Si todas las condiciones son favorables, podremos observar el proceso terminado en 1 semana. Si por alguna razón el proceso se ha vuelto lento (por ejemplo si hace mucho frío), podríamos esperar hasta 3 semanas.

Como siempre, la paciencia es uno de los elementos críticos de este proceso, por lo que sugiero que a la primera semana abramos 1 cerveza y probarla, si se encuentra bien, ya podemos poner el resto en refrigeración y comenzar a disfrutarlas. Si por lo contrario, todavía se encuentra sin gas o creemos que hay algo que pueda mejorar con el tiempo, debemos esperar haciendo pruebas cada 5 días hasta que el resultado sea de nuestro agrado.

Si hemos hecho todo a cabalidad, deberíamos ver una carbonatación perfecta entre 1 y 2 semanas.

Aunque la cerveza ya se encuentre perfectamente carbonatada, debemos recordar que el hecho de que la levadura haya llevado a cabo otra fermentación también quiere decir que debe limpiar nuevamente, por lo que una vez haya terminado la carbonatación la cerveza se beneficiará de una semana extra de acondicionamiento para que su sabor sea óptimo.

Cuando todo este proceso termine, tendremos una cerveza lista y carbonatada a la perfección, por lo que ya podemos enfriarlas y disfrutarlas.

Las cervezas son un producto que se disfruta mejor fresco y se mantiene fresco por más tiempo en refrigeración, por lo que es recomendable guardar las cervezas en el frío, lo cual tiene el valor agregado de clarificarlas.

Ahora solo queda abrir una de nuestras cervezas, servirlas en un buen vaso y brindar con nuestros amigos por la primera de muchas cervezas que ahora tenemos la capacidad de hacer en nuestras propias casas.





¡Saludos y salud!










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