22 enero, 2022

Fabricar un controlador de temperatura

 

La fermentación adecuada de una cerveza es un proceso delicado que puede verse grandemente afectado por una temperatura inadecuada.

Los cerveceros caseros que viven en climas cálidos suelen presentar muchos alcoholes superiores y en general es muy difícil o casi imposible realizar una lager decente sin control de temperatura.

Por esta razón un controlador de temperatura es de inmensa importancia para el cervecero casero, razón por la cual se presenta este pequeño tutorial en video de cómo fabricarlo.






17 marzo, 2021

Confirmando la conversión durante la maceración


Prueba de yodo

Al momento de macerar es muy útil saber si nuestros almidones están efectivamente convirtiéndose en azúcares, para esto, hay una forma de saberlo evitando adivinar y rezándole a los dioses de la cerveza para que nuestra densidad sea la adecuada: la prueba del yodo.

Se me ocurrió esta entrada porque mi densímetro sufrió un trágico accidente!



Cabe aclarar que esta prueba no es un reemplazo de la medición de densidad, sino es más bien un complemento. Es un experimento fácil y el yodo se vende en cualquier farmacia por un precio bastante bajo.

¿Por qué yodo?

El yodo reacciona con los almidones cambiando de color, este es un experimento que algunos de nosotros hicimos en el laboratorio de Química en el colegio y ahora es el momento de poner esos conocimientos en práctica. Recuerden cuando cortaron una papa a la mitad y le aplicaron yodo para observar el cambio de color, esto es básicamente lo mismo.
Si el yodo entra en contacto con almidones, toma un tono morado o púrpura, aunque los detalles de dicha reacción no nos son útiles en este momento, esto es lo que debemos saber:

¿Para qué sirve?

Lo que estamos buscando con la prueba es saber si la maceración se ha llevado a cabo con éxito. Como mencionamos anteriormente, el yodo va a cambiar de color si encuentra almidones, por lo que si nuestra maceración no ha sido completada, vamos a ver una tonalidad morada.

¿Cómo realizar la prueba?

Para realizar la prueba basta con tomar una pequeña muestra cuando el tiempo de maceración haya concluido.
Normalmente vamos a macerar por 60 minutos, por lo que al final de este período tomaremos una muestra por la llave del macerador y le agregaremos unas gotas de yodo.
Dejamos por unos segundos y observamos si existe el cambio de color.
De ser positivo, entonces significa que todavía hay presencia de almidones en el líquido y la maceración se debe extender para permitir que estos almidones se conviertan en los azúcares que estamos buscando.
Si la prueba es negativa, es decir, si no cambia de color, entonces podemos dar por concluida la maceración pues se entiende que ya hemos logrado una conversión exitosa.

Es preferible hacer un macerado más extenso porque los almidones que no se conviertan en azúcares nos restarán eficiencia, es decir, tendremos menor porcentaje de alcohol en el resultado final.

Ejemplo del cambio en coloración según el tiempo en minutos,
en este caso fueron necesarios 80 minutos para conseguir una conversión completa


Diferencia entre principio y final cuando ya se realizó la conversión

Luego de estar seguros que nuestra maceración ha terminado, ya podemos drenar el mosto y continuar con el proceso normalmente, haciendo nuestro lavado o Sparge.

La prueba de yodo se puede hacer también en intervalos, en los cuales podemos tomar muestras y luego comparar los resultados para saber en qué momento la conversión ha concluido. Por ejemplo, si nuestros experimentos muestran que en las condiciones de nuestro equipo la maceración ha concluido a los 40 minutos, entonces no necesitamos los 60 minutos para una maceración completa.
Estos resultados pueden ser apoyados por muestras de densidad.

Utilizando la densidad para verificar conversión


El densímetro o refractómetro que utilicemos comenzará a indicar presencia de azúcares casi de inmediato y la lectura comenzará a subir hasta llegar a un punto máximo donde ya no incrementará más.
En este punto se puede decir que ya no hay más almidones para convertir en azúcares, por lo que la maceración ha concluido. Si este tiempo concuerda con el tiempo que determinamos utilizando la prueba de yodo, entonces podemos usarlo como nuestro tiempo de maceración. En muchos casos este tiempo es menor a los 60 o 90 minutos acostumbrados, pero yo recomiendo hacer varias pruebas en varias maceraciones para entender bien en cuanto tiempo estamos obteniendo la conversión.

La gráfica siguiente muestra la relación entre la densidad en ° Plato y el tiempo de maceración para un lote con una relación de 3 litros de agua por cada kg de malta y con un pH de 5.4



Como podemos observar en la gráfica, esta maceración se lleva a cabo casi en su totalidad en los primeros 30 minutos,.

Este es el método utilizado por cervecerías profesionales para evitar utilizar el tanque de maceración por más tiempo del absolutamente necesario. Aunque en casa usualmente tenemos más tiempo, siempre es bueno conocer lo que pasa en nuestro proceso.

Ahora sí, tenemos otro paso para corregir potenciales errores y para ir asegurando la calidad de nuestra bebida desde el inicio de su elaboración. Saludos y Salud!

01 noviembre, 2020

Conceptos básicos para fermentar nuestras primeras cervezas

 

Fermentación o parte fría

Cuando comenzamos a hacer cerveza es fácil caer en la tentación de querer aprender mucho sobre la parte caliente del proceso, es decir, la producción del mosto, dejando de lado lo que muchos consideran la parte que de verdad importa más: la fermentación.

Como dice Dave Miller en su libro "Homebrewing Guide": Los cerveceros hacen mosto, pero es la levadura la que hace la cerveza.

Lo que quiere expresar esta frase es que nuestro trabajo como cerveceros no solamente es crear un mosto con las características de sabores y aromas que nosotros queremos en la cerveza, sino también crear un ambiente favorable para que la levadura pueda realizar su trabajo de la forma más óptima posible. Por ejemplo, asegurarnos que haya suficiente levadura para el tipo de mosto, que la temperatura sea la apropiada, que el pH sea el correcto y que tengan el tiempo suficiente para realizar su trabajo de procesar azúcares y realizar la posterior limpieza del mosto.

Estos son los conceptos básicos para fermentar nuestras cervezas y es lo que trataremos a continuación.

Determinar la cantidad de levadura necesaria:

El tipo de levadura dependerá de la receta y no forma parte de este tema, lo que debemos tratar aquí es el tema de cantidad de dicha levadura.

Primero debemos conocer los dos tipos de levaduras con que muy probablemente nos vamos a topar en nuestro camino a aprender a hacer cerveza: levadura seca y levadura líquida.

En los países latinoamericanos no siempre vamos a tener la suerte de encontrar proveedores de levadura líquida, aunque no es imposible, sí es menos probable que encontrar la versión seca.

La levadura seca viene en sobres, usualmente de 11g, que según el fabricante, son suficientes para fermentar alrededor de 25 litros de mosto de densidades "normales". Mi opinión personal es que esta cantidad es bastante optimista y recomiendo utilizar un sobre por cada 20 litros.




Algo que debemos tener en cuenta al determinar la cantidad de levadura seca que vamos a utilizar es que mientras más fuerte el mosto, es decir, mientras más azúcares contenga, más levadura necesitaremos.

Si estamos haciendo cervezas con densidades iniciales de menos de 18° Plato, entonces estamos bien utilizando la dosis recomendada de levadura por el fabricante. Sin embargo, si nuestros mostos sobrepasan los 18° Plato debemos considerar agregar 1.5 veces la dosis recomendada o incluso duplicarla.

Esto se hace para evitar que la levadura tenga demasiado trabajo y nos deje la fermentación a medias. También ayuda a que no se creen sabores o aromas que no corresponden al perfil de la cerveza que estamos buscando. En fin, una cantidad correcta de levadura asegura que la fermentación se lleve a cabo correctamente y de forma saludable, por lo que es importante tener el concepto presente en las cervezas que fabriquemos.

La levadura seca tiene la particularidad de no necesitar que el mosto se oxigene y, según los fabricantes de esta levadura, tampoco es necesario hidratarla. Esta es una ventaja porque minimiza el riesgo de contaminación, hace que sea necesario menor cantidad de equipo y agiliza el proceso cuando se produce el mosto. Por estas razones la levadura seca es la preferida por los cerveceros caseros.

Sin embargo, los cerveceros que se desean adentrar en la ciencia de la producción de cerveza y/o disminuir costos en levadura pueden encontrarse con la opción de usar la levadura en forma líquida.

La levadura líquida se puede comprar a los productores en contenedores ya listos para inocular nuestro mosto o la podemos sacar de una fermentación previa, incluso si esta fermentación fue iniciada como levadura seca.

Este es un tema un poco más extenso y será tratado en una entrada propia.

La levadura en su forma líquida tiene muchas ventajas en cuanto a tiempo de fermentación y calidad del producto resultante, pero es mucho más complicada de manipular y almacenar correctamente y nos da más oportunidades de contaminación, por lo que es una práctica que usualmente se queda en cerveceros más experimentados.

Control de temperatura:

Si hemos tratado bien nuestro mosto y todas las condiciones son correctas para que nuestra levadura haga un trabajo adecuado, hemos empezado con el pie derecho. Ahora ya no podemos interactuar con nuestra cerveza pero sí existe una variable que podemos (y debemos) controlar: la temperatura.

Cuando se habla de temperatura de fermentación se debe hacer la aclaración que es la temperatura del líquido que estamos fermentando, no la temperatura ambiente alrededor de éste. La fermentación genera calor, por lo que puede darse el caso que un fermentador esté en un ambiente de temperatura perfecta de 20°C pero el líquido se esté fermentando a 25°C por el mismo calor generado por las reacciones propias del proceso.

Esto significa que lo mejor es tener un fermentador con un termómetro o un termopozo que nos permita medir la temperatura interior del tanque o recipiente de fermentación. También podemos tener un termómetro de ambiente si deseamos ver la diferencia.

Los primeros días de fermentación la cerveza genera tanto calor que su temperatura total sobrepasará la temperatura de ambiente y esto actúa como un acelerador de la fermentación, por lo que el tiempo total que la cerveza necesitará para estar lista será menor, pero con la desventaja que la levadura creará alcoholes superiores, los cuales dan como resultado una cerveza con un carácter alcohólico demasiado fuerte y esto puede resultar desagradable y no debería estar presente en la mayoría de estilos de cerveza.

Una fermentación de cervezas con levadura tipo Ale debería realizarse entre 18°C y 21°C para la mayoría de cepas, con el fin de evitar este tipo de defectos.

Existen varias formas de controlar la temperatura de la fermentación desde colocar el recipiente (garrafón, cubeta, etc) en una hielera con agua y utilizar hielo para bajar la temperatura; hasta tener tanques enchaquetados donde se controla la temperatura haciendo pasar agua muy fría por la parte exterior del tanque. Todos éstos métodos de enfriamiento serán tratados en el futuro.


Si tenemos la dicha de vivir en un clima como el de la ciudad de Guatemala, donde la temperatura casi todo el año se mantiene alrededor de 20°C entonces podríamos hacer cervezas decentes sin controlar la temperatura de fermentación, pero si vivimos en lugares muy calientes (arriba de 25°C) entonces debemos pensar en una forma de controlar la temperatura si queremos que nuestras cervezas tenga una buena calidad.

El otro extremo también puede resultar dañino. Si nuestra temperatura es demasiado baja (abajo de 15°C) entonces corremos el riesgo de inactivar la levadura y hacer que caiga en hibernación. Esto efectivamente detendrá el proceso de fermentación y nos dejará con una cerveza a medias, sin la cantidad correcta de alcohol y con muchos azúcares todavía disponibles que van a darnos diversos problemas. En pocas palabras, no terminará de fermentar.

Para esto hay diversas alternativas y cada cervecero tendrá una opción para calentar su cerveza durante los meses de invierno desde lámparas de calor hasta mantas eléctricas, pero siempre cuidando que la temperatura resultante de la cerveza se encuentre en el rango apropiado.

Es importante también recalcar que la generación de calor en el proceso no es constante. La levadura comienza a generar calor al terminar la fase de retardo, cuando comienza la fermentación, es decir, entre 12 a 36 horas después de haberse agregado la levadura seca. Esta generación de calor termina al concluir la fase de fermentación, alrededor de 4 a 7 días después de haber comenzado. Esto significa que si no tenemos controles automáticos, debemos tener en cuenta que es importante controlar la temperatura manualmente la primera semana, pero podemos deducir que la temperatura del líquido será la misma que la temperatura ambiente después de 1 semana. A partir de este momento ya podemos relajarnos un poco y continuar el proceso.

Determinar tiempo necesario de fermentación:

El primer instrumento que todo cervecero debe tener es un termómetro, pero el segundo debe ser un densímetro.

La fermentación no se mide en días, contrario a lo que se sugiere en múltiples fuentes. El proceso debe ser controlado midiendo la densidad de nuestra cerveza.

Para controlar el proceso de fermentación es necesario tomar una muestra de densidad todos los días, pero para los cerveceros que hacen lotes pequeños de cerveza esto puede resultar en mucha pérdida de mosto, por lo que podemos bajar a realizar una medición cada 3 días.

La finalidad de realizar estas mediciones es para determinar la "salud" de nuestra fermentación. Si vemos una disminución gradual pero constante de la densidad entonces hemos realizado el proceso correctamente, si vemos que se detiene a mitad del camino entonces tenemos algún problema y podemos buscarle una solución.

Cuando la levadura haya consumido alrededor del 80% de los azúcares (para la mayoría de cepas) entonces habrá terminado su trabajo y la densidad dejará de cambiar. Esto significa que si la densidad inicial de nuestro mosto es de 12°Plato, entonces podemos esperar una densidad final de alrededor de 2.4°Plato. Por supuesto que hay otras variables que impactan la densidad final de una cerveza, por ejemplo, la temperatura de maceración, pero esto nos sirve para tener una idea de la densidad final que esperamos. En este caso, si la densidad se hubiera detenido a 6°Plato, por ejemplo, sabríamos que hay un problema en la fermentación, pero si se detiene a 2.6°Plato, entonces sabemos que estamos en el rango correcto. Si realizamos una misma cerveza más de una vez, ya tendremos una buena idea de las densidades finales que la misma tendrá.

En el momento de realizar la toma de muestra se debe tener el máximo cuidado con la desinfección de todo lo que se abra e intentar exponer la cerveza lo menos posible, para evitar el riesgo de contaminación. Se deben utilizar los procesos correctos de limpieza y desinfección de todo lo que toque la cerveza pues no queremos contaminarla a estas alturas solamente por tomar algunas muestras.

A continuación se presentan ejemplos reales de fermentaciones en un ambiente de cervecería:

Estas gráficas comparan la relación de densidad en grados Plato vs Tiempo en días en donde la temperatura está controlada para que sea siempre la misma.






Podemos ver que en estos casos las cervezas han llegado a su punto máximo de fermentación y luego se mantienen en la misma densidad pues la levadura ya ha terminado su trabajo, pero es importante dejar que la levadura realice la "limpieza" de subproductos no deseados como diacetilo y acetaldehído, por lo que aún si la densidad ya no sigue disminuyendo, debemos dejar nuestro fermentador en paz hasta que ya no existan rastros de estos defectos.
Para determinar si ya no hay rastros debemos tomar una pequeña muestra y utilizar nuestros sentidos del olfato y el gusto para determinar si la calidad de la cerveza ya cumple con lo deseado. Si ese es el caso entonces la cerveza ya ha terminado y podemos avanzar con nuestro proceso.
El tiempo que tomará esta limpieza (también llamada maduración) dependerá de la levadura, pero puede tomar desde 36 horas para levaduras en condiciones normales hasta 1 semana para levaduras secas que no han sido tratadas de forma óptima.

Como podemos observar, el proceso completo lleva alrededor de 10 días para cervezas de densidades promedio. Después de esto ya podemos pasar al siguiente paso, ya sea embotellando para carbonatar naturalmente o bajando la temperatura a 1°C para hacer que la levadura se sedimente en el fermentador para luego transferir a barriles y carbonatar con CO2.

Controlar el pH del mosto:

Un pH apropiado es clave para que la fermentación se lleve a cabo de forma adecuada. El pH se va modificando en todo el proceso pero hay un lugar en donde nosotros podemos asegurarnos que el punto inicial sea el adecuado, que es la maceración.

La fermentación naturalmente acidifica el mosto, bajando su pH hasta un valor de 4 cuando el proceso termina. 

La ebullición también baja el pH del mosto por la adición de lúpulos, los cuales contienen cantidades altas de alfa ácidos.

Sin embargo, si nuestro mosto contiene el pH correcto, todas estas modificaciones darán como resultado un proceso sin inconvenientes.

Para esto debemos tener en cuenta que nuestra maceración debe tener un pH de entre 5.2 y 5.6.

Cualquier cosa arriba de 5.6 dará como resultado cervezas con un gusto astringente y cualquier cosa abajo de 5.2 puede darnos como resultado fermentaciones inadecuadas y acidez en el producto final.

El agua que usamos tiene un gran impacto en el pH de la maceración, este es un tema extenso y también será tratado en una entrada propia.

Para manipular el pH de nuestra maceración primero debemos saber la composición del agua y luego utilizar sales para que la composición sea óptima para el estilo de cerveza que vamos a fabricar.

Conclusión

La cerveza es fácil de fabricar, pero fabricar buena cerveza consistentemente es donde el cervecero tiene que demostrar sus conocimientos.

Con los conceptos básicos sobre la fermentación podemos evitar los errores más comunes de los cerveceros principiantes y llevar nuestras bebidas al siguiente nivel.

La meta es mejorar de forma colectiva, no solo la cerveza, sino la percepción de la misma en comunidades en donde apenas es una novedad.

Ahora es tiempo de hacer mucha cerveza e invitar a nuestros amigos a que prueben como mejorar en cada lote.


!Saludos y salud!

24 octubre, 2020

Una alternativa fácil: Hidromiel




Hora de otro experimento!!

Tomando el experimento anterior de la cerveza básica, vamos a aplicar lo que aprendimos y vamos a intentar hacer una variación llamada Aguamiel, que no es una cerveza, sino una bebida fermentada fácil de hacer en casa con un nivel bajo de dificultad.

Esta es una bebida lo suficientemente fácil para que cualquiera lo intente y los resultados son buenísimos aunque se necesita un poco más de paciencia.

¿Que es el Hidromiel?

Esta bebida, conocida en Inglés como "Mead" o "Honey Wine", es una de las bebidas fermentadas más antiguas de las que tengamos conocimiento.

Se creía que era la bebida de los dioses y de los héroes y era muy popular en Europa. A nuestra cultura ha llegado en referencias en las películas de Vikingos y otras culturas nórdicas.

Es básicamente una bebida fermentada alcohólica a base de miel, la cual provee los azúcares que más tarde la levadura convertirá el alcohol.

El proceso es similar al de la cerveza, pero se usa la miel en lugar de la malta para proveer estos azúcares. Basta simplemente con diluir la miel para obtener el equivalente al mosto, por lo que su elaboración es más sencilla, pero el tiempo para que esté lista son más extensos.

Ingredientes:
Esta receta utiliza varios ingredientes naturales para intentar dar a la levadura todos los nutrientes necesarios.

  • 2 botellas de miel
  • 1 galón de agua pura
  • 1 Naranja
  • 1 Cajita de pasas
  • 10 unidades de Clavo de olor
  • 2 oz de nuez moscada
  • 1 raja de canela
  • Pizca de pimenta gorda
  • 1 sobre de levadura de vino blanco o en su defecto 1 cucharada de levadura de pan
Preparación

La preparación es extremadamente fácil, solamente se diluye la miel en agua a temperatura ambiente hasta llegar a cubrir la mayoría del galón. Se puede calentar un poco el agua para facilitar el proceso.

Luego agregaremos todos los ingredientes, agitamos un poco para mezclarlos y por último, agregamos la levadura que hayamos elegido.

Con la levadura dentro de nuestro fermentador, agitamos un par de veces para mezclarlo todo, ponemos nuestro airlock en su lugar y la almacenamos en un lugar fresco y a temperatura constante, en donde no estorbe y no tengamos que moverlo para nada durante un período prolongado de tiempo.


Fermentación

Debemos dejar esto y olvidarnos de nuestro fermentador por unos 2 o 3 meses. El aguamiel es algo que necesita paciencia, por eso debemos planificar con anticipación.
Debemos hacer lo posible por no mover el fermentador para nada, que no reciba luz directa del sol y de preferencia que la temperatura sea constante, bastante parecido a las condiciones en las que usualmente fermentamos nuestra cerveza.


Embotellado

Si contamos con el equipo necesario, podemos embotellar nuestra aguamiel en botellas de vino o de cerveza, en realidad cualquier recipiente que selle herméticamente y soporte un poco de presión servirá.

Existen dos formas de embotellar el aguamiel, así que debemos decidir en este momento cual de los dos vamos a utilizar. La diferencia es la imprimación del líquido en la botella para que cree burbujas, así que vamos a decidir si queremos que se parezca al vino o al champagne. Es una decisión personal.

Si queremos que se parezca al vino y no tenga burbujas, simplemente debemos tomar el líquido del fermentador y ponerlo en botellas.

Si queremos que se tenga burbujas entonces debemos carbonatar, lo que significa que debemos agregar más fermentables. Para que esto suceda podemos hacer carbonatación en botella o utilizar CO2 y un sistema de barril, como lo haríamos con una cerveza.


¿Cuándo estará lista para tomar?

Según esta receta, debe estar lista para tomar inmediatamente al terminar la fermentación, pero si se deja añejar en las botellas por unos 6 meses debería resaltar de mejor forma los sabores y ser más suave al paladar, por lo que podemos tomarnos unas cuantas botellas y dejar las demás para que cumplan su tiempo de añejamiento. Personalmente, yo no la tomaría sin antes añejarla al menos unos cuantos meses.

Ahora, con toda la información y la receta lista, es tiempo de comenzar a juntar los ingredientes y a preparar esta interesante bebida!! Vamos a crear una entrada del proceso cuando todos los ingredientes estén listos.
El experimento tendrá dos tipos de aguamiel: uno con levadura de pan y sin equipo especial; y otro con levadura de vino blanco y equipo de cerveza.



05 octubre, 2020

Reconocer una cerveza arruinada


Este es un tema muy pero muy extenso y ampliamente discutido en los círculos cerveceros, pero vamos a tocar un poco la superficie con esta entrada que por mucho ha sido la más popular en este blog cuando se publicó por primera vez.

En primer lugar, quiero decirles que arruinar un lote de cerveza es difícil. En la gran mayoría de casos, lo que puede pasar es que debido a una mala higiene en el proceso, pudo haberse contaminado con microorganismos que no son dañinos, pero arruinan completamente el sabor de la cerveza.

Cuando la cerveza se haya contaminado al punto de no poder tomarse, es fácilmente reconocible por un intenso olor desagradable, pero es algo tan poco común que tuvo que haber sido excesivamente mal manipulada en su elaboración.

Cabe mencionar que la cerveza contaminada no nos enferma, simplemente nos parece desagradable tanto en gusto como en olfato y algunas veces incluso en vista porque puede presentar tonos grises y/o verdes que no pertenecen en una cerveza.

Entonces ¿Qué cosas pueden arruinar nuestra cerveza? Y ¿Cómo podemos intentar salvarla?

Una cerveza contaminada al punto de que huela mal no se puede salvar, simplemente hay que decirle adiós y dejarla ir por el drenaje, pero hay otros escenarios que veremos a continuación:

Fermentación detenida


La fermentación se mide usualmente con dos números, la densidad inicial y la final. Las recetas usualmente nos dan estos dos datos pero las podemos calcular usando la información en las entradas anteriores.

Mientras más grande la diferencia de estos dos números, mayor la cantidad de alcohol que tendrá nuestra cerveza.

Necesitamos medir nuestra densidad final para saber si la cerveza ya terminó de fermentar. Si la cerveza lleva más de 3 días sin cambiar de densidad, entonces la fermentación ya ha terminado o se detuvo por alguna razón.

La densidad final de una cerveza dependerá de varios factores, como la cantidad de azúcares no fermentables que contiene nuestro mosto. Usualmente nos encontraremos que las cervezas más ligeras terminan en alrededor de 2°P y las que tienen más cuerpo terminan alrededor de 3 o 4°P. 
Otro factor importante en la densidad final de una cerveza es la levadura y el porcentaje de atenuación que el fabricante nos indica, por ejemplo, una levadura con una atenuación del 80%, en promedio, consumirá el 80% de los azúcares en una cerveza.

Si tenemos una cerveza con densidad inicial de 12°P, una levadura con 80% de atenuación nos dejará una cerveza con 2.4°P de densidad final aproximadamente.

Hay formas de saber exactamente qué densidad final va a tener una cerveza, pero las trataremos en entradas futuras. Por el momento vamos a usar un poco de cálculo para determinar si la densidad final es la adecuada. 

Otro método es consultar a otros cerveceros si la densidad final que conseguimos pareciera coincidir con la receta. Si vemos que nuestros compañeros están obteniendo densidades finales en una Pale Ale de 2°P y la nuestra terminó en 6°P entonces podemos tener un problema.

Aunque una densidad final alta significa un cerveza rica en cuerpo, a veces es demasiado y en realidad lo único que conseguimos es una cerveza sin conversión suficiente de azúcares en alcoholes.

Causas:
Las causas pueden variar, pero las más comunes pueden ser temperaturas extremas. Si dejamos que la temperatura baje demasiado, la levadura entrará en un estado de inactividad. Por el contrario, si sube mucho corremos el riesgo de que nuestros amigos unicelulares mueran sin haber terminado su trabajo.
También puede ocurrir que no agregamos la cantidad correcta de levadura o que la levadura que agregamos no se encuentre en una condición óptima.

Soluciones:
Primero debemos confirmar que la fermentación está en realidad detenida y no solamente sea lenta. para eso debemos asegurarnos que tenemos la misma lectura de densidad por 3 días seguidos utilizando un densímetro.

Por ejemplo, si tenemos una lectura en el décimo día de 6°P y tres días después de eso tomamos otra lectura y continúa siendo 6°P entonces lo más probable es que estemos ante una fermentación detenida.

Si el tamaño de nuestro fermentador lo permite, podemos mover nuevamente el recipiente para poner la levadura en suspensión con la esperanza de que se reactiven y terminen su trabajo. Esto soluciona la fermentación si el problema fue que la cerveza bajó mucho de temperatura siempre no dejemos que vuelva a bajar tanto.

Si es no reactiva la fermentación en 2 días, entonces podemos considerar agregar más levadura, pero debemos determinar si el gasto extra de levadura vale la pena o es mejor solo deshacernos de ese lote.

El riesgo de continuar el proceso si la cerveza no ha terminado de fermentar correctamente es cuando embotellamos. Si carbonatamos en botella y la levadura se reactiva en la misma, la presión será muy alta y terminará por estallar las botellas, lo cual es muy riesgoso.

Si tenemos un equipo para carbonatar en barril usando CO2, podemos intentar avanzar siempre que revisemos que la presión del equipo no exceda los parámetros recomendados por el mismo.

Moho y contaminaciones bacterianas:

En este caso el mosto en fermentación presentará visibles manchas de moho en la parte superior en forma de colonias flotantes redondas y algunos olores extraños. 

Causas:
La causa de una contaminación es nuestro proceso de limpieza y desinfección. Si dejamos este paso tan crítico de lado vamos a tener como resultado cervezas contaminadas una y otra vez, por lo que ser absolutamente limpio es necesario si queremos aprender a hacer cerveza.
Por eso se dice que el trabajo de un cervecero es 70% limpieza.

Soluciones:

Es muy probable que si ha ocurrido una contaminación tan grande que la podemos ver a simple vista, entonces nuestra cerveza ha sido arruinada y ya no vale la pena continuar con la misma. Es mejor desechar un lote de cerveza que darle a nuestros amigos cerveza con sabores desagradables.

Lo importante en este escenario es buscar la causa de la contaminación y aprender a evitarla en lotes futuros.

Falta de carbonatación o espuma:


Puede darse el caso de que la cerveza haya terminado exitosamente su fermentación, pero cuando destapamos las botellas nos encontramos con que no tienen nada de espuma y la carbonatación es casi nula.

Causas:

Debemos recordar que al momento de embotellar, es necesario agregar una cantidad de azúcar a la cubeta de embotellado, pero también debemos tomar las precauciones necesarias y darle el tiempo adecuado para que dicha azúcar se mezcle uniformemente en todo el líquido, de lo contrario vamos a embotellar algunas cervezas mejor carbonatadas que otras.

Si el azúcar no ha sido un problema y ya estamos familiarizados con el proceso, entonces el problema es que no hubo fermentación dentro de la botella capaz de producir la cantidad de gas CO2 suficiente para que el líquido se impregne de éste.


Soluciones

Si el problema es que la cerveza no generó la suficiente carbonatación después de saber que el azúcar agregada fue determinada correctamente (ver entradas anteriores para cálculos de azúcar) entonces podemos intentar lo siguiente:
  • Girar la botella y ponerla de cabeza unas 3 o 4 veces para remover la levadura que pueda haber quedado inactiva en la parte de abajo. Dejamos las botellas otra semana para ver si el método funcionó
  • Asegurarnos que la temperatura a la que las botellas están almacenadas sea adecuada, pues también debemos cuidarla en el acondicionamiento de la cerveza, no solamente en la fermentación. Una botella almacenada en frío nunca generará carbonatación por falta de actividad de la levadura.
  • Permitamos que la fase de carbonatación en la botella se lleve a cabo por un tiempo mayor. Es decir, si luego de una semana no está lista, puede que por un conteo bajo de levaduras necesite incluso un mes. Recordemos que la paciencia es clave en este arte.

Sobre-carbonatación


Las cervezas puede estar en un estado de carbonatación excesiva, lo cual también es perjudicial para la misma.
Este es el escenario más peligroso, porque si utilizamos botellas de paredes muy débiles y la presión interna supera la resistencia del vidrio, corremos el riesgo de que las botellas estallen y tengamos un desastre que no le va a causar ninguna gracia a nadie.

¿Cómo sabemos cuando la cerveza esta sobre-carbonatada? Es fácil, cuando abrimos la botella, sale espuma por la boca haciendo erupción de forma descontrolada y debe pasar un buen rato para que se estabilice o incluso perder más de la mitad del líquido de esta forma, como el ejemplo de abajo.

Cervezas sobre-carbonatadas

Causas:
La sobre-carbonatación se debe a dos factores: exceso de azúcar al momento de embotellar o una cerveza embotellada que estaba contaminada.

El ultimo caso de difícil de corregir, pues si la contaminación es severa vamos a perder la mitad de la botella en la espuma que se escapa y van a existir sabores no deseados en la cerveza.

Debemos tener en cuenta también que si agregamos algún ingrediente que contenga azúcares como frutas o en algunos casos incluso café, entonces vamos a tener una refermentación de dichos azúcares en la botella que pueden causar exceso de carbonatación.

El segundo caso es más tratable. La cerveza se estabiliza más rápido pero cuando se sirve el vaso queda con más espuma que cerveza a pesar de nuestros mejores intentos.

Soluciones:
Si el problema es solamente exceso de carbonatación y no sentimos otros sabores de contaminación, entonces podemos intentar bajar el nivel de gas que cada botella tiene de la forma siguiente:

En este caso, debemos tomar cada botella y con muchísimo cuidado tomar un destapador y hacer el primer movimiento como si fuéramos a destapar la botella, pero hasta que escuchemos el sonido del gas saliendo, luego volvemos a utilizar la taponadora para taparla nuevamente. Esto dejará escapar un poco de gas permitiendo bajar los volúmenes de CO2 a un nivel más normal. Repetimos esta operación unas 3 o 4 veces para evitar dejar salir demasiado gas y terminar con una cerveza sin carbonatación.

Al final, debemos anotar todos los pasos que tomamos para aprender de nuestros errores. 

Lo mejor es no darse por vencidos, hacer cerveza no es difícil y lo hemos venido haciendo con varios niveles de éxito como humanidad por miles de años. Lo único que necesitamos es constancia y cuidado en nuestros procesos y tendremos una bebida digna de compartir con nuestros amigos.


¡Saludos y salud!


01 octubre, 2020

Calificando nuestra limpieza - Prueba de estabilidad del mosto


Existe una forma fácil de saber si la limpieza de nuestra pequeña cervecería casera está funcionando o estamos siendo demasiado descuidados con ella.
Para ésto vamos a realizar una prueba de estabilidad de nuestro mosto ya terminado.
La prueba es sencilla y para ello simplemente necesitamos un recipiente de vidrio pequeño donde podamos almacenar una muestra de mosto, unos 250 ml es suficiente para éste fin, un pequeño recipiente de compota o conserva funcionará perfectamente.

Prueba de estabilidad
La muestra se toma entre la fase de enfriamiento y la fermentación.
Para ésto, una vez enfriado el mosto, de cualquier forma que lo hagamos (serpentín de cobre, contraflujo, baño de hielo, etc), antes de ponerlo en nuestro fermentador vamos a llenar el recipiente de vidrio con un poco de muestra.

Recordemos que el recipiente debe estar esterilizado o por lo menos bien desinfectado, siguiendo las mismas prácticas que utilizamos para el resto de nuestros utensilios para la cerveza.

El recipiente lleno debe tener la capacidad de cerrarse bien para evitar el ingreso de contaminantes extornos. Lo dejamos en algún lugar caliente, como detrás de una refrigeradora, por ejemplo, la meta es conseguir que esté a unos 30°C por la duración de la prueba.

Es útil llevar notas del experimento, así que se toma el día y la hora a la que se ingresó la muestra al lugar caliente, así como cualquier observación que se tenga en las revisiones diarias. Se recomienda ver la prueba al menos un par de veces al día.

La prueba termina cuando la muestra ya no sea clara y/o muestre señales de contaminación por bacterias, las cuales serán obvias a simple vista, es decir, cuando sea visible que su composición y su aspecto ha cambiado. En casos de contaminación podremos ver en la superficie actividad o algunas colonias de bacterias formarse. 

1 vez al día debemos abrir ligeramente la tapa para verificar si se está generando presión y así liberarla. La producción de presión puede indicar una fermentación y por lo tanto una contaminación puede estarse formando. Solamente haremos esto para evitar un potencial exceso de presión y que el recipiente estalle por la misma. 

Si la muestra toma menos de 3 días en descomponerse, entonces hemos fallado y ésto quiere decir que debemos revisar nuestra limpieza en todos los pasos que hemos seguido hasta el momento.

Acciones a tomar si la prueba ha fallado
Una gran parte de hacer cerveza es la limpieza y un cervecero de casa debe tener en cuenta que si quiere hacer cervezas de calidad, el equipo no es tan importante como mantener una limpieza adecuada y seguir los procedimientos correctos.

Si el resultado de esta sencilla prueba es que nuestros procedimientos no han mantenido un mosto libre de impurezas, entonces debemos revisar todo el equipo, limpiarlo a fondo utilizando los productos correspondientes, revisar mangueras, bombas, ollas, etc.

Aunque fallar la prueba de estabilidad no significa que la cerveza va a ser arruinada, sí es una posibilidad real y debemos tener en cuenta que sí tendrá algún impacto en el sabor y las características de la cerveza, por lo que vamos a terminar con un producto diferente al que estábamos buscando en primer lugar. Sin embargo, si la contaminación es leve puede ser que la levadura logre mantener los agentes contaminantes a raya y salve la cerveza. 

Esta es una buena forma de entender el impacto que tiene la limpieza en nuestro proceso. Ahora solo nos queda practicar y hacer mucha cerveza. 

¡Saludos y salud!





24 septiembre, 2020

¿Qué es un densímetro y para qué sirve?





Podemos ver una infinidad de aparatos y gadgets que los cerveceros tienen en sus casas y que hacen toda clase de cosas que no comprendemos y ese es uno de los factores que termina por intimidar a los principiantes. ¿Qué accesorios son absolutamente necesarios y cuáles son opcionales?

Primero vamos a dejar nuevamente algo en claro, no se necesita un equipo de alta tecnología para hacer una buena cerveza, solamente comprender bien el proceso y una buena técnica. Lo que hacen los accesorios y aparatos es ayudar al cervecero con labores repetitivas o tediosas, sirven para simplificar el proceso.

Por esta razón, vamos a comenzar con el primer accesorio "opcional" que todo cervecero debería considerar como un buen comienzo: un densímetro.

¿Qué es un densímetro?




Su nombre lo delata un poco. En términos sencillos, un densímetro es un aparato que se utiliza para medir la densidad de un líquido, midiendo la cantidad de azúcares que nuestro mosto posee. Siendo la medida de referencia el agua pura, que no contiene ningún tipo de sólidos ni azúcares.

Escala


Por costumbre, los densímetros utilizados por los cerveceros de casa vienen graduados en una escala llamada Gravedad Específica. En esta escala, el agua pura tiene una gravedad específica de 1.000 y el mosto promedio usualmente tiene entre 1.040 a 1.060.

Existen también otras escalas: brix y plato que, aunque no son muy comunes entre cerveceros caseros, se utilizan por profesionales y vamos a hacer lo posible por utilizar Plato como medida de densidad de aquí en adelante.

Importancia de las mediciones


Medir la densidad del mosto antes, durante y después de la fermentación no es una actividad que se deba tomar a la ligera.

Esto es lo que nos asegura mantener un control cercano de nuestra cerveza y calcular los tiempos necesarios para cada uno de los pasos que debemos tomar, así evitamos las "reglas de dedo" y nos adentramos más en hacer una cerveza de forma correcta.

Al medir la densidad y el volumen de nuestro mosto, tendremos los datos necesarios para calcular la eficiencia con la que estamos extrayendo los azúcares de la malta, con lo que podemos medir si nuestras técnicas son correctas o si debemos hacer algunas mejoras. 

Además, al medir la densidad durante la fermentación, también podemos determinar el momento preciso en el que la fermentación ha concluido,  de forma que podemos utilizar el tiempo de forma más eficiente y evitamos adivinar o calcular,  por lo que nuestro proceso y nuestro producto se ve ampliamente beneficiado.

Al alcanzar la densidad final,  es decir,  al haber pasado al menos 3 días la cerveza sin mostrar ningún cambio en la lectura,  se puede determinar,  no solamente el final de la fermentación sino la cantidad total de alcohol que la levadura ha producido.

El densímetro es una alternativa barata y eficiente para nuestras necesidades. Usualmente se encuentran en el rango entre $10-$15 y son fácil de encontrar en tiendas de suministros de cerveza o de laboratorio.

Lectura de un densímetro


El densímetro es básicamente un cilindro sellado graduado con un peso en la parte de abajo que modifica la flotabilidad.

El cilindro se hundirá si no hay muchos azúcares y flotará más mientras más azúcares existan en el líquido.

Debemos buscar la escala correcta, por ejemplo, si queremos utilizar brix o Plato, buscamos esta escala en el densímetro. No todos los densímetros tienen más de una escala, algunos vienen exclusivamente calibrados en Plato o en Gravedad Específica, por lo que debemos prestar atención cuando los compremos.

El densímetro necesita poder flotar en algo, por lo que se utiliza un tubo que tenga la capacidad por lo menos de contener el densímetro completamente. Usualmente para los densímetros caseros se utiliza un tubo de 100ml de capacidad aunque los profesionales pueden utilizar hasta 500ml por ser los instrumentos más grandes para aumentar su exactitud.

Otra consideración que debemos tener es que el densímetro está calibrado a una temperatura específica. Usualmente la temperatura es de 20° pero a veces es de 25°, por lo que debemos tomar esto en cuenta en el momento que lo compremos. Si no hay ninguna información sobre la temperatura de calibración, asumamos que está calibrado a 20°C.

Esto significa que cuando estamos haciendo cerveza, no podemos tomar muestras calientes, debemos primero enfriar la muestra hasta la temperatura que nuestro densímetro funciona correctamente. También cabe mencionar que si usamos un tubo de plástico, no debemos agregar mosto hirviendo porque lo podemos derretir, algo que le sucede a muchos cerveceros principiantes.

Cuando tengamos la muestra en el tubo y a temperatura ambiente, procedemos a introducir el densímetro y hacemos que gire hasta que se detenga en un nivel. Este movimiento se hace para evitar que se quede pegado a las paredes del tubo y arroje una lectura incorrecta.

También debemos tener mucho cuidado de que el tubo se encuentre en una superficie nivelada para evitar que roce con las paredes.

Cuando el densímetro finalmente se detiene, entonces bajamos la vista al nivel del líquido y tomamos nota del número que aparece en el nivel. 

La tensión superficial del agua crea unas pequeñas curvaturas en la cercanía del densímetro, pero debemos leer el número que se encuentra en el nivel del agua.

En el ejemplo siguiente, la lectura correcta de esta muestra es de 12°P.




Alternativas


Una desventaja del densímetro es que necesita muestras relativamente grandes para realizar sus mediciones. Uno relativamente pequeño aún necesita 100 ml de mosto o cerveza.

Definitivamente no es recomendable regresar la muestra para evitar contaminaciones,  por lo que se debe descartar y si tomamos demasiadas muestras podemos ver afectado el volumen final de cerveza que vamos a producir. Especialmente si nuestros lotes son pequeños.

Por ello existe una alternativa a nuestro alcance que permite realizar estas mediciones con una exactitud aceptable y prácticamente sin ninguna pérdida. Esta opción es el refractómetro.

Los refractómetros se utilizan mucho en aplicaciones donde se procesa fruta y en acuarios, por lo que los podemos encontrar en lugares que venden insumos para este tipo de industrias.



La ventaja del refractómetro es que basta con un par de gotas de muestra para realizar una lectura satisfactoriamente,  y la gran mayoría de ellos tienen corrección automática de temperatura (ATC) por lo que no tenemos que estar enfriando la muestra cuando la tomamos,  como en el caso del densímetro.
La desventaja del refractómetro es que la lectura es únicamente válida cuando no existe alcohol en el líquido, es decir,  que no podemos utilizarlo normalmente para medir el mosto en fermentación o la cerveza terminada.

A pesar de ello,  existen fórmulas y calculadoras que utilizan la densidad inicial y la lectura actual para calcular la corrección necesaria y darnos la densidad correcta para nuestros cálculos.  Para usos de un cervecero de casa,  ésto es lo suficientemente certero y podemos trabajar con ello.

La escala de los refractómetros es usualmente Brix, por lo que si no estamos familiarizados con ella, podemos utilizar cualquier herramienta en línea para hacer las conversiones. Existen algunos que vienen el Brix y en Gravedad Específica, pero se han reportado muchísimos casos en que la escala de Gravedad Específica está incorrecta, comprometiendo la certeza de nuestras mediciones, así que yo recomiendo verificar siempre antes de confiar en la escala que trae y una vez lo tengamos en nuestro poder debemos confirmar que la escala sea la correcta utilizando calculadoras para este fin.

La lectura de los refractómetros es sencilla, simplemente colocamos una o dos gotas de la muestra que deseamos medir en la recámara, tapamos la misma con el cubreobjetos integrado en el aparato y apuntamos hacia una fuente de luz. 

La lectura será el número que se encuentre en la línea divisoria entre el color azul y el blanco. Si por alguna razón la línea no es lo suficientemente clara podemos tomar otra muestra.

En este caso, la densidad es de 13.6 brix


Esta simple herramienta nos dará la capacidad de controlar nuestro proceso y darnos la confianza de que todo marcha bien,  quitando el inconsistente trabajo de adivinar o calcular lo que está sucediendo.
Creo que por esta razón,  es indispensable que  una vez tengamos todo el equipo para hacer nuestra cerveza,  un densímetro es el siguiente paso obligatorio.

Además,  esa sensación de científico loco cada vez que se toma una muestra es una de las pequeñas recompensas que nos hacen querer seguir haciendo cerveza todos los fines de semana.

Recuerden que el mejor momento para hacer una cerveza es hace 4 semanas,  pero el segundo mejor momento es ahora mismo.

¡Saludos y salud!


19 septiembre, 2020

Haciendo cerveza con un kit de extracto de 1 galón


Los kits de extracto son la forma más común con la que las personas tienen su primer contacto con el arte de hacer cerveza. Son compactos, relativamente baratos y fáciles de usar, por lo pueden representar una muy buena parada para empezar a hacer cerveza.

Cabe mencionar que no es necesariamente el primer paso que un cervecero debe tomar para aprender a usar cerveza. Se puede comenzar con un equipo más grande si se desea. Pero vamos a discutir estos kits porque se han popularizado bastante y algunas personas ya cuentan con ellos o tienen la facilidad de comprarlos. 

La primera ventaja de estos kits es que viene casi todo lo necesario en una sola caja, quitando el trabajo de comprar varias piezas de equipo y varios insumos, cosa que desanima a muchos principiantes.

Vamos a analizar el contenido de un kit en específico:  Craft Beer Making Starter kit de Northern Brewer
  • Fermentador de 1 galón
  • Tapón con agujero
  • Airlock o trampa de aire
  • Enchapadora y tapitas o corcholatas
  • Ingredientes para la cerveza
  • Etiquetas
  • Tubo para llenado de botellas
  • Desinfectante
  • Manguera
  • Instrucciones
Adicionalmente vamos a necesitar:
  • Olla para hervir de por lo menos 2 galones o 7.5 litros. Idealmente de 10 litros para tener espacio suficiente.
  • Botellas de vidrio con boquilla que no sea de rosca

UNBOXING

La parte más importante de hacer cerveza es disfrutar el proceso.  Abramos nuestro kit como si se tratara de un niño abriendo un regalo de navidad.

El objetivo es asegurarnos que todos los ingredientes y accesorios necesarios vengan en buenas condiciones. En el kit viene una hoja que enumera todo lo que viene en la caja y así nos aseguramos de tener un día de cocinado sin inconvenientes.

PRUEBAS

Lo primero que debemos hacer es poner nuestros ingredientes en refrigeración, pues el viaje muy probablemente no fue amable con ellos. Se deben mantener en el frío hasta el día que los utilicemos.

También es útil probar todos los instrumentos para asegurarnos que funcionan de forma correcta para no llevarnos una sorpresa al momento que las vamos a necesitar. Por ejemplo, armar y llenar el recipiente de fermentación para buscar fugas, probar la manguera y el tubo de llenado y la taponadora con una botella y una tapa para asegurarnos que todo está en orden.

PLANIFICACIÓN

Debemos hacer una lista de todos los ingredientes y materiales que necesitamos para hacer nuestra cerveza, siguiendo los pasos en las instrucciones. Esto significa que debemos tener nuestra olla y todo lo necesario para no tener que salir corriendo a la tienda a última hora.

Tener las cosas que no vienen incluídas en el kit es lo más inteligente en este paso. Por ejemplo, la olla que vamos a utilizar, el hielo ya en el congelador, la paleta que con la que vamos a mover el mosto, etc.

EL DÍA DE COCINA

Aquí vamos a tomar un momento para leer las instrucciones y dejar todo listo para comenzar a hacer nuestra cerveza.

En este caso específico, el kit viene con una receta de una Irish Red Ale.

La receta incluye 4 ingredientes: extracto de malta en polvo, lúpulo, granos molidos y levadura. Todo viene medido exactamente para nuestro lote por lo que no necesitamos hacer más que tener las cosas a la mano.

El extracto de malta nos brindará los azúcar necesarios para que la levadura lleve a cabo la fermentación y nos proporciona el alcohol que esperamos en la cerveza terminada.

El grano molido nos da color y cuerpo en la cerveza, lo cual, por tratarse de una cerveza roja, es indispensable.

El lúpulo nos dará el amargor de la cerveza. En este estilo el amargor es medio a bajo y solo lo agregaremos una vez.

La levadura fermentará el mosto y lo convertirá en cerveza.

Paso número 1: DESINFECCIÓN

Debemos desinfectar nuestro fermentador para evitar que otras levaduras o bacterias fermenten nuestro mosto y compitan con la levadura de cerveza. Si esto ocurre, se dice que la cerveza está contaminada y los productos de las otras fermentaciones nos darán como resultado sabores que no deseamos en nuestras cervezas, como acidez o incluso sabor y olor a huevo podrido. Si la cerveza resultante no huele bien, entonces debemos revisar nuestros procesos de limpieza.

Nuestro kit incluye 2 paquetes con un polvo que funciona como limpiador y desinfectante al mismo tiempo. Para utilizarlo solamente debemos llenar el fermentador con agua tibia, disolver el contenido de 1 paquete en el agua y remover para que se disuelva correctamente. A esta mezcla de desinfectante le agregamos el tapón y el airlock para que también se desinfecten y dejamos el fermentador cerrado mientras cocinamos nuestra cerveza, lo cual nos asegurará que el recipiente y los accesorios estén correctamente desinfectados en el momento de utilizarlos.




Paso 2: Calentar agua


Debemos tener en cuenta que vamos a perder mucho volumen por la evaporación durante el proceso de cocina. 

Por este motivo comenzamos colocando 5 litros de agua en una olla lo suficientemente grande para acomodar este volumen y un poco más en caso nuestro mosto crezca antes de hervir.

Al colocar el agua en la olla encendemos el fuego más alto que nuestra estufa permita y dejamos que empiece a calentar

Paso número 3: colocar el grano molido

Mientras el agua calienta, vamos a remojar los granos molidos que vienen en el kit en el agua para extraer esos aromas y sabores que van a distinguir nuestra Irish Red Ale.

Para esto utilizamos la bolsa (también incluida en el kit), en la cual vamos a agregar los granos y hacerle un nudo al final para evitar que se salgan por toda la olla y nos sea imposible de filtrar.

El grano se saca justo antes de que el líquido empiece a hervir.



Paso número 4: Agregar el extracto

Justo antes de que el líquido llegue a ebullición, se saca la bolsa de grano y se agrega el extracto de malta en seco.

No es necesario pesar nada ni realizar cálculos, pues todo viene exactamente como se necesita. 

La única consideración necesaria es apagar el fuego cuando se agregue el extracto para evitar que se pegue al fondo de nuestra olla. Luego de que esté disuelto correctamente se vuelve a colocar a fuego alto y se lleva a ebullición.

Paso número 5: Agregar el lúpulo

Cuando el mosto comience a hervir, agregamos todo el lúpulo incluido en la receta y comenzamos el conteo regresivo de 60 minutos.

En este punto no es necesario ninguna acción de nuestra parte, solo debemos asegurarnos que el mosto tenga una ebullición adecuada que no sea muy débil pero tampoco muy agresiva como para evaporar todo el líquido al final de los 60 minutos. Un ejemplo de la agresividad esperada se puede encontrar en el vídeo al final de este artículo.



Paso número 6: Enfriamiento

Al pasar los 60 minutos apagamos el fuego e inmediatamente llevamos la olla a un baño de agua fría.

Podemos comenzar con solamente agua y luego de 15 minutos podemos pasar a un baño de agua con hielo.

Debemos dejar el mosto en el agua fría hasta que el mismo llegue a temperatura ambiente.

Este es un paso crítico porque la levadura no puede sobrevivir en un ambiente muy caliente y si no está viva no podrá llevar a cabo la fermentación, dejando que otros microorganismos realicen dicha tarea y creando una cerveza que no será agradable para el consumo.



Paso final: transferencia

Cuando el mosto se encuentre a temperatura ambiente lo debemos transferir con mucho cuidado a nuestro fermentador previamente desinfectado. Aquí nos daremos cuenta que el nivel del líquido pudo haber quedado por debajo de 1 galón, que era lo que esperábamos. Si este es el caso, debemos llenar con agua purificada hasta el nivel deseado.

Finalmente estamos listos para agregar la levadura directamente al líquido. 

Esto finaliza el proceso y estamos listos para iniciar la fermentación.

Debemos colocar el fermentador en un lugar fresco, donde la temperatura no fluctúe demasiado y no tenga exposición a la luz solar directamente.

En unos 15 días estaremos listos para embotellar nuestra cerveza.

EMBOTELLADO

Lo más importante al embotellar sigue siendo la desinfección. Si dejamos que nuestra cerveza se infecte en este paso también tendremos como resultado un producto que tendrá aromas y sabores desagradables.

Debemos desinfectar todos los accesorios como mangueras, llenadora, tapitas y botellas, siguiendo las instrucciones del fabricante del desinfectante que hayamos decidido utilizar.

En el caso de nuestro kit de cerveza, utilizamos el sobre de limpiador y desinfectante para este fin.

Cuando tengamos todo desinfectado y listo, procedemos a llenar cada botella, teniendo mucho cuidado de no olvidarnos de colocar las tabletas de azúcar que nos darán la carbonatación necesaria.

Esto es de suma importancia porque si se nos olvida colocar las tabletas de azúcar, nuestras cerveza nunca desarrollará el gas que crea la carbonatación y la espuma y sin la cual tendremos una cerveza que no resultará tan agradable de tomar.

Al terminar de llenar la botella y colocar la tableta, procedemos a taparla utilizando la taponadora incluida en el kit.

El lote entero nos dará entre 8 a 12 cervezas terminadas.

Al finalizar el proceso, guardamos las botellas por unos 10 a 15 días hasta que el proceso de carbonatación haya concluido y la cerveza esté lista para tomar.

Esto finaliza todo el proceso, ahora ya podemos disfrutar de un pequeño lote de cervezas hechas con nuestras propias manos.

Y como todo lo bueno se comparte, llamemos a algunos amigos y presumamos nuestras primeras cervezas.






Saludos y Salud!


















11 septiembre, 2020

Embotellando y carbonatando cerveza





Ya han pasado algunas semanas desde que cocinamos y hemos visto nuestra creación cambiar de mosto a cerveza en el fermentador, pero falta un paso crítico: el embotellado.

También hemos calculado el nivel de carbonatación residual que tiene esta cerveza y cómo determinar la cantidad de azúcar que debemos agregar para llegar a la carbonatación que estamos buscando. Ahora tenemos todo para comenzar el proceso de embotellado.

¡Desinfección, desinfección, desinfección!

No hay lugar más crítico para la cerveza que aquí. Si no cuidamos nuestros procesos de desinfección al momento de embotellar, el lote entero o, con un poco de suerte, algunas botellas, saldrán contaminadas. 

Cabe mencionar que la contaminación no hace que la cerveza sea dañina para el consumidor, pero sí puede impartir sabores y aromas desagradables, algunas veces ácidos, algunas veces avinagrados, pero definitivamente nos vamos a dar cuenta que son sabores que no pertenecen.

Por este motivo debemos ya tener una clara idea de cómo y con qué desinfectar todos los utensilios que vamos a utilizar en este procedimiento. Ya sea Star San o una opción localmente disponible, debemos seguir las instrucciones para asegurarnos de cumplir a cabalidad con las concentraciones y el tiempo de contacto.

Equipo

Siempre es útil realizar una lista del equipo necesario para embotellar nuestra cerveza. En este caso debemos comenzar por la parte más obvia: las botellas.

Debemos asegurarnos que vamos a tener suficientes botellas para realizar el embotellado de una sola vez, para minimizar el riesgo de oxidar la cerveza por el contacto con el aire.

Una botella típica de cerveza tiene una capacidad de 355 ml pero podemos conseguir también de 500 ml con relativa facilidad. Para un lote de 20 litros de cerveza, usualmente solo podemos sacar unos 18 o 19 litros hacia las botellas, por lo que debemos prepararnos con por lo menos 55 botellas de 355 ml o 40 de 500 ml.
En este caso específico, calculamos un volumen de 12 litros de cerveza por lo que esperamos entre 36 a 40 botellas. Por esta razón nos preparamos con 45 botellas para estar seguros de no quedarnos cortos.

Las botellas deben estar impecablemente limpias, no deben tener ningún residuo y deben haber sido lavadas de preferencia con jabón y enjuagadas extensivamente con agua caliente. Si dejamos residuos de jabón en las botellas nuestra cerveza va a tener sabor a jabón y sería una lástima llegar tan lejos para fallar en el último paso.

Ahora podemos trabajar en la lista de cosas que debemos tener preparadas para este día:
  • Botellas en suficiente cantidad y perfectamente limpias.
  • Tapitas o corcholatas nuevas
  • Taponadora
  • Cubeta o recipiente de suficiente capacidad grado alimenticio con algún tipo de válvula
  • Desinfectante grado alimenticio
  • Olla o recipiente pequeño para hervir agua
  • Azúcar o dextrosa
La cubeta de embotellado nos va a evitar mezclar el azúcar dentro del fermentador y vamos a evitar levantar todo el sedimento, dando como resultado una cerveza más limpia en la botella. Es algo que mejora considerablemente la calidad de la cerveza y no es un equipo complicado ni caro de conseguir, por lo que lo recomiendo para comenzar.

Preparando el azúcar

Habiendo determinado el tipo de azúcar que vamos a utilizar y las cantidades, vamos a comenzar por esterilizarla, pues si solamente la agregamos así a la cerveza corremos un alto riesgo de contaminación y que no se mezcle lo suficientemente bien.

Para esto debemos utilizar una olla pequeña donde debemos hervir una cantidad pequeña de agua, lo suficiente para disolver nuestra azúcar.

En este ejemplo específico, vamos a utilizar los datos de la entrada sobre cálculos de carbonatación en botella.

En nuestro caso, debemos agregar 70 gramos de dextrosa, pues estamos buscando una cerveza con carbonatación de ligera a baja de 4.4 g/l.

Vamos a prepara la olla y agregar alrededor de medio vaso de agua y lo llevamos hasta el punto de ebullición. Cuando comience a hervir, apagamos el fuego, agregamos el azúcar y movemos con una cuchara hasta que se disuelva completamente. Al estar disuelta, volvemos a poner a fuego lento y dejamos hervir por 10 minutos.




Tapamos la olla con papel aluminio para asegurarnos de mantenerlo limpio y dejamos reposar hasta que llegue a temperatura ambiente. Esto tomará el suficiente tiempo para que podamos comenzar el proceso. Es importante NO agregar el azúcar hasta que se encuentre a temperatura ambiente, pues no queremos líquido hirviendo cerca de nuestra cerveza.

Ahora debemos comenzar a desinfectar.

Lo primero es hacer nuestra solución desinfectante. No vamos a entrar en detalle porque esto dependerá de lo que utilicemos pero sí podemos determinar que queremos hacer lo suficiente para que podamos desinfectar todo, desde las botellas hasta la cubeta de embotellado. Para esto recomiendo hacer lo suficiente para inundar la cubeta de embotellado.




Al terminar, recordemos también pasar desinfectante por la válvula de la cubeta para asegurarnos que absolutamente todo está desinfectado.

Cuando la cubeta está lista, comenzamos a desinfectar las botellas. En esta pequeña cubeta caben 8 botellas a la vez, por lo que se debe hacer el proceso de 8 en 8, dejando las botellas remojar por 3 a 5 minutos para asegurarnos que el desinfectante haga su trabajo en cada una de ellas. 

Al terminar con cada tanda, las escurrimos en la misma cubeta para seguir utilizando el desinfectante, las cubrimos con las tapitas previamente desinfectadas y pasamos a las siguientes 8 botellas.

Cuando todas las botellas se encuentren desinfectadas y tenga su tapa encima, podemos tirar el líquido desinfectante y llevar nuestra cubeta al lugar donde vamos a realizar la transferencia.

Ahora la cubeta ya se encuentra limpia, desinfectada y lista para recibir el azúcar y la cerveza.




Si el azúcar ya está a temperatura ambiente, la colocamos toda en el fondo de la cubeta y sobre ésta vertimos la cerveza con mucho cuidado. El objetivo aquí es intentar no salpicar mucho para evitar que la cerveza se oxide más de la cuenta.

Este método no es el ideal pues nuestra cerveza va a tener una cantidad de oxidación mayor, pero por el momento no estamos utilizando mangueras, por lo que será suficiente.

Debemos ser extremadamente cuidadosos de solamente transferir el líquido y dejar atrás todos los sólidos y el sedimento que nos sea posible.




La transferencia de la cerveza debería ser suficiente para mezclar bien el azúcar, pero siempre debemos dejar que repose de 20 a 30 minutos antes de comenzar a embotellar para asegurarnos que la mezcla ha sido lo más homogénea posible. Si esperamos más de 30 minutos exponemos la cerveza a cantidades innecesarias de oxígeno y si esperamos menos de 20 puede que la mezcla no sea lo suficientemente homogénea, por lo que este tiempo debe ser bien medido.

Llenando las botellas


Al transcurrir 20 a 30 minutos, la cerveza está lista para embotellar. 

Es recomendable que no pase mucho tiempo entre la desinfección de las botellas y el llenado para evitar que se vuelvan a contaminar. Por lo mismo, lo mejor es desinfectar las botellas mientras se espera este tiempo de 20 a 30 minutos.

El proceso de llenado es sumamente sencillo y una sola persona lo puede realizar. Solamente tomamos nuestra botella ya desinfectada (con nuestras manos igualmente desinfectadas) y acercamos la boquilla a la válvula de la cubeta, abrimos el flujo y dejamos que llene dejando un espacio de aproximadamente 2 dedos hasta la boquilla.  Debemos tener cuidado de llenar la cantidad correcta de cerveza. Si dejamos mucho espacio libre podemos perder carbonatación. 

Colocamos ahora la tapita o corcholata utilizando nuestra taponadora y pasamos a la siguiente botella.

Repetimos las veces que sea necesario hasta que la cerveza se termine. De ser necesario podemos reclinar la cubeta para aprovechar hasta la última gota.

Cuando se termine el líquido y terminemos de embotellar, podemos transportar nuestras botellas a un lugar donde la temperatura se encuentre constante, el cual puede ser el mismo lugar donde fermentamos nuestra cerveza.

Proceso de carbonatación

La levadura en la cerveza comenzará a consumir los azúcares que acabamos de agregar y a generar el gas que necesitamos. Esto sucede en el transcurso de varios días dependiendo de las condiciones del ambiente y de la levadura.

Si todas las condiciones son favorables, podremos observar el proceso terminado en 1 semana. Si por alguna razón el proceso se ha vuelto lento (por ejemplo si hace mucho frío), podríamos esperar hasta 3 semanas.

Como siempre, la paciencia es uno de los elementos críticos de este proceso, por lo que sugiero que a la primera semana abramos 1 cerveza y probarla, si se encuentra bien, ya podemos poner el resto en refrigeración y comenzar a disfrutarlas. Si por lo contrario, todavía se encuentra sin gas o creemos que hay algo que pueda mejorar con el tiempo, debemos esperar haciendo pruebas cada 5 días hasta que el resultado sea de nuestro agrado.

Si hemos hecho todo a cabalidad, deberíamos ver una carbonatación perfecta entre 1 y 2 semanas.

Aunque la cerveza ya se encuentre perfectamente carbonatada, debemos recordar que el hecho de que la levadura haya llevado a cabo otra fermentación también quiere decir que debe limpiar nuevamente, por lo que una vez haya terminado la carbonatación la cerveza se beneficiará de una semana extra de acondicionamiento para que su sabor sea óptimo.

Cuando todo este proceso termine, tendremos una cerveza lista y carbonatada a la perfección, por lo que ya podemos enfriarlas y disfrutarlas.

Las cervezas son un producto que se disfruta mejor fresco y se mantiene fresco por más tiempo en refrigeración, por lo que es recomendable guardar las cervezas en el frío, lo cual tiene el valor agregado de clarificarlas.

Ahora solo queda abrir una de nuestras cervezas, servirlas en un buen vaso y brindar con nuestros amigos por la primera de muchas cervezas que ahora tenemos la capacidad de hacer en nuestras propias casas.





¡Saludos y salud!